Año 2017 de nuestra era.
Tras nefastas acciones políticas de la Izmierda nuestra patria vive inmersa en una guerra civil. Todo lo que antaño fuese digno de amar en nuestra convulsa nación ha quedado reducido a cenizas, dejando paso a un nuevo periodo en nuestra ibérica historia: MAZP MAX

13 de diciembre de 2007

LOS CLONES Y LOS PROGRESISTAS (I): INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES. DIRIGIDO POR EL CORONEL ESPANTAPÁJAROS

Señores:

Como de todos es conocido, la fuerza principal de combate de la RP está integrada por clones. Se les ha dado en llamar progresoldados y son la carne de cañón de su ejército. Pese a poseer un mínimo coeficiente intelectual y tener anulada la voluntad propia, su gran número y su ferocidad fanática suponen siempre un desafío para nuestras tropas.

Se impone, por ello, un estudio que aclare de dónde vienen estos clones, cuáles son sus características y hacia qué dirección se dirigen los avances del enemigo en este campo. La Unidad Mazp de Inteligencia espera de este modo facilitar la victoria de la Resistencia sobre esa masa informe y cruel y ayudar al restablecimiento de la democracia en España.

Los antecedentes de la investigación para la clonación en España se remontan a 2005, destacando un nombre clave: Compañía Spencer. Muchos archivos de la época se han perdido, pero distintos periódicos conservados de aquellos días contienen informaciones diversas sobre esa singular y controvertida empresa. En este sentido, el día 15 de abril de 2005 fue interesante. Veamos qué dijeron los tres periódicos más importantes:

a) El País: «Integristas cristianos atacan una sede de la Compañía Spencer, a la que acusan de manipulación genética». Añadía que «un guardia de seguridad resultó herido de una pedrada y el vestíbulo de las oficinas sufrió desperfectos en el transcurso del asalto de los activistas».

b) ABC: «Padres y madres se manifiestan pacíficamente frente a una sede de la Compañía Spencer para que cumpla la ley». Según este diario, «varios guardias de seguridad habrían increpado y provocado a la multitud, llegando a darse algún conato de enfrentamiento».

c) El Mundo: «Una manifestación contra la Compañía Spencer deriva en un pequeño disturbio. La Policía Nacional tuvo que intervenir».

En realidad, la Compañía Spencer era una empresa farmacéutica sobre la que circulaban una ingente cantidad de leyendas urbanas, alimentadas por ciertos problemas con la Justicia en el pasado. Se rumoreaba que en la sede central de la empresa, ubicada a las afueras de Madrid, se llevaban a cabo experimentos prohibidos relacionados con la clonación humana, además de todo tipo de prácticas escabrosas con fetos, animales y sustancias químicas.

La protesta reseñada más arriba se debió al artículo que uno de sus científicos, el doctor T. Leyland, publicó en una revista especializada afirmando que la clonación humana perfecta era ya un hecho y que su empresa estaba en condiciones de crear vida a partir de las células genéticas.

En ese mismo año 2005, algunos periodistas denunciaron los oscuros negocios que la compañía se traía entre manos. Su conexión en el plano internacional con otras empresas que estaban progresando en la clonación a costa de toda ética se hallaba más que demostrada. Sin embargo, la fuerte estrategia de publicidad de la Compañía Spencer siempre había logrado tapar escándalos. Esta vez no fue una excepción.

En julio de 2007, el ministro de Sanidad Bernat Soria, recién nombrado, hizo unas polémicas declaraciones. Este dizque científico, poco trabajador (no publicaba nada desde hacía seis años) y muy sectario, comentó que la sociedad española estaba «madura para los nuevos logros de la ciencia, los cuales sólo han de traernos ventajas y una vida mejor, esto es, más larga y sin enfermedades, sin sufrimientos, con más derechos... Si podemos hablar con libertad de aborto y de eutanasia, ¿por qué no de clonación? En cuanto a nuestro retrógrado Código Penal, puedo asegurar que pronto habrá una revisión que allane definitivamente el camino para los dos primeros derechos y para la más responsable y positiva investigación sobre la clonación». Las quejas fueron considerables, ruidosas, pero el proceso era, en principio, irreversible.

Basándonos en informaciones sueltas, testimonios varios, algún documento clasificado que otro, hemos llegado a la conclusión de que, en 2007, la Compañía Spencer llevaba ya cuatro años experimentado con clones. De animales, primero, y de seres humanos, después. El Gobierno Zapatero se limitó, en este punto, a subvencionar secretamente e incentivar las investigaciones con miras a las reformas que planeaba hacer en el Código Penal (suprimir los artículos del 159 al 162) y a las maravillas científicas que mostraría a la sociedad en su lucha contra la Iglesia Católica.

Cuando más tarde la RP se apropió de lo que quedaba de cada empresa en suelo español, se encontró con un pastel muy apetitoso. Y es que las ambiciones de la Compañía Spencer iban más allá del conocimiento científico ilimitado o de mejorar la vida humana. Sus instalaciones contaban con la capacidad suficiente para producir en serie un ejército de clones. Así, y si añadimos los contratos secretos que tenía suscritos con varias compañías armamentísticas, podemos pensar que seguramente iba a intentar algo espectacular en un futuro quizá no muy lejano. En todo caso, el cataclismo de 2008 acabó con dicho proyecto.

Parece ser que el Gobierno permaneció ignorante de estos asuntos. Sólo suministraba millones y millones de euros, pero nada más. La última referencia gubernamental pública a la Compañía Spencer la realizó el mencionado Ministro de Sanidad en una entrevista aparecida en diciembre de 2007. Valoraba con buenos ojos el gran papel que desempeñaba la empresa y pedía comprensión para sus esforzados «profesionales de la ciencia y demás trabajadores», acosados por la prensa y ciertos grupos católicos de presión.

Dado que los planes socialistas de dominación se inclinaron más bien por la magia y el esoterismo, es dudoso que su objetivo con esa compañía trascendiera el erigir una potencia de la ciencia frente a la Iglesia y deslumbrar a la ciudadanía. Es triste que unos socialistas confiaran más en una empresa privada que en el Estado a la hora de realizar sus sueños científicos, sus victorias de la ciencia sobre la religión, pero realmente ningún socialista se cree lo que dice.

Fin del primer informe.

5 comentarios:

octopusmagnificens dijo...

Vaya, gracias por recordarme los infumables artículos 159 y 160 del Código Penal. No pueden ser más políticamente correctos y por consiguiente más retrógrados a la vez. Los 161 y 162 son razonables.

El Cerrajero dijo...

Sin olvidar que el peligro de que quieran clonar a Pepino Blando siempre está ahí xD

William Manney dijo...

Increíble esta primera entrega de tu sección. ¡Esto promete!
¡A sus órdenes coronel!

Anónimo dijo...

Octopus, aquí lo único infumable son tus comentarios.
Anda, al halgo útil y vete a buscar a tu verdadero padre, payaso.
Luego lloráis cuando os hablan de la pena de muerte, porque sabéis que más de uno de vuestros superlíderes serían condenados a muerte.

Anónimo dijo...

en "al halgo" quería decir "haz algo".