Año 2017 de nuestra era.
Tras nefastas acciones políticas de la Izmierda nuestra patria vive inmersa en una guerra civil. Todo lo que antaño fuese digno de amar en nuestra convulsa nación ha quedado reducido a cenizas, dejando paso a un nuevo periodo en nuestra ibérica historia: MAZP MAX

19 de mayo de 2007

CAPITULO DECIMO QUINTO - La batalla final

Valientes tropas las nuestras que aun en minoría, tendrían el valor suficiente para enfrentarse al temido y numeroso enemigo giliprogresista. Las catapultas ya estaban a punto, gracias a la genialidad del teniente coronel Legionarius, que aun se encontraba realizando los últimos ajustes a las maquinas medievales. Los dos ejercitos, los del sabio Claudedeu y los de la esquizofrenica paranoica de Marmolejo, se situaban enfrentados con una distancia de apenas seiscientos o setecientos metros. Ambos permanecían inmóviles a la espera de la terrible carga.

El Capitán Daniel, tenia una cara de descomposición, sin duda alguna la vigilia de un repudiado fracaso le corroían las entrañas. Trago saliva como pudo, pues parecía estar tragándose un trozo de cuero, que amenazaba con atragantarle. Respiro profundo para ordenar el comienzo de la ultima batalla. Justo cuando estuvo a punto de alzar la voz, se oyeron unos tambores de guerra que se acercaban tímidos al norte de la batalla, justamente detrás de ellos.

¡Era el Escuadrón Gades! Escuadrón que estaba a las ordenes de un servidor. Habían partido de la ciudad fenicia gaditana, para apoyar a su capitán y reforzar la defensa de Guadalmecin. Se me hizo un nudo en la garganta, la emoción me embargaba el corazón. Mis hombres habian atendido a la desesperada llamada de socorro guadalmecina, para rendir pleitesia a su presidente y defender a España, nuestra amada y siempre convulsa patria. Solo podía sentirme orgulloso de aquellos guerreros gaditanos que habían demostrado su coraje bajo mi mando, y ahora se unían por la búsqueda de la gloria.

El teniente que se encargaba de sustituirme cuando no contaban con mi presencia, se me acerco, respetuoso.

_ A sus ordenes mi Capitán, esperamos haber llegado tiempo.

_ Sois el orgullo de vuestro Capitán, teniente. Celebro que hayáis podido llegar a tiempo para la fiesta y espero que el escuadrón demuestre el valor y la fuerza que acostumbra a ostentar.

_ Eso haremos, mi capitán.

_ No espero menos, teniente, no espero menos... Ahora reuna a los hombres y cojan asiento, la peli esta a punto de comenzar...

Los ciento cincuenta hombres fueron a tomar posición. Aunque no era una gran cifra, todos los que nos hallábamos allí, parecíamos respirar con una menor pesadumbre, aunque todavía conscientes de nuestra suprema inferioridad. Toda ayuda seria poca, para aspirar a la victoria.

El capitán Daniel, me lanzo una mirada de consuelo, a modo de pequeña celebración por la repentina incorporación de mis hombres, de los que no se esperaba otra cosa que luchasen como todos habíamos demostrado hasta ahora.

A penas habíamos asimilado la entrada del Escuadrón Gades cuando se oyó el silbido de un proyectil que fue a impactar el la cabeza de unos de los soldados que se encontraba a mi lado, que salpicandonos con trozos de su viscosa sesada, cayó sin vida al húmeda hierba que cubrían los llanos de Ambioleto. La R.P. había movida ya ficha anunciando el comienzo de la batalla final.

*****
Nos la jugamos. El capitán Daniel decidió lanzar una ofensiva de no menos de la mitad de nuestras tropas, que cargaban energicas contra el enemigo, que también pisaba a fondo el acelerador. El capitán abandono la idea del ataque organizado, optando por el del tipo marabunta, propio de las los guerreros escoceses en sus batallas contra los ingleses, alla por el siglo XIV. Ya habíamos recorrido cuatrocientos metros de los seiscientos que aproximadamente nos separaban, cuando muchos empezaron a soltar rafagas de fuego, y otros muchos se tiraban al suelo, agazapados, buscando blancos seguros con sus rifles de largo alcance, la soldado Pere se encontraba con estos últimos. Había roto el inseparable trio, para participar el la primera oleada de la batalla, tal y como ordeno su presidente tras su solicitud. Sus compañeros, Inasequible y Chesk, se encontraban en algún sitio de la batalla haciéndose con el maldito jeep que andaban buscando.

El choque de fuerzas de ambos bandos fue tremendo. En plena carrera saque mi machete, que lance con tremenda furia, contra el primero que se cruzo en mi camino, que impacto en plena garganta. Continué mi carrera desenfundando ahora mis dos revólveres, y antes de que mi víctima cayese al suelo, pude arrancarle el cuchillo del cuello y continuar raudo la carga.


El coronel Espantapájaros avanzaba lentamente con una escopeta de repetición que iba descargando una y otra vez contra el incauto progresoldado que osase interponerse en su camino. El impacto de la metralla de cada uno de los disparos que impactaban en el enemigo, hacia que estos saliesen volando varios metros hacia tras de la fuerza del impacto.

Mire hacia detrás después de propinar una patada con mis botas a un soldado enemigo, que tras un fuerte crujido, pareció haberse partido el cuello. Nuestros hombres luchaban como titanes griegos, pero aun así caíamos rápidamente. Si esas catapultas no conseguían dispararse a tiempo no tardaríamos en abandonar la vida terrenal. Era una masacre...

2 comentarios:

Pere dijo...

Hay que resistir como se pueda!!!
Nos los tenemos que quitar de encima!!! ya sea a machetazos, a puntapies... o con las dichosas catapultas.
Mi capitán..la fé nunca se puede perder!!!
Ganaremos esta batalla.

William Manney dijo...

Que así sea... juas juas